El tiempo que nos queda por vivir no lo conocemos , sin embargo, podemos de acuerdo a nuestra edad cronológica presumir si es mas de lo ya vivido , menos o igual; todo esto para realizar una sana reflexión de nuestra vida.
Para este cometido no podemos dejar que intervenga nuestro ego, ni nuestra mente, únicamente lo haremos usando nuestro corazón, a través de él vamos realmente sentir si estamos en el camino que nuestra alma eligió, si estamos cumpliendo el propósito para el cual decidimos venir a esta manifestación.
Solamente cuando, cada uno de nosotros, en conexión con nuestro Ser interno, en el silencio de la mente, en ese hermoso sentir , cuando nos comunicamos con dios, cuando estamos en absoluta verdad, en absoluta sincronía con lo que somos, podemos saber que es lo que realmente queremos, hacia donde queremos ir, que cosas queremos hacer, que es lo que nos llena de paz, de dicha y de amor.
Para acceder a esta verdad, tenemos que tener la valentía de vaciarnos, de sacar de nuestro ser todas las creencias, los paradigmas, todo lo aprendido y dejar que se exprese nuestra esencia; nuestra alma está esperando que le demos la oportunidad de expresarse, al hacerlo vamos a comenzar a vivir en la gloria, en la dicha, en la plenitud, a partir de ese momento podremos decir que conocemos en que consiste el amor, esa energía que mantiene al universo en perfecta armonía y equilibrio.
Los seres humanos(más no los animales racionales) tenemos la energía del amor muy desarrollada, y es necesario compartirla, darla y recibirla en la misma medida para mantener el equilibrio que sustenta al universo, y cumplir así con el propósito de nuestra alma que es en primer lugar vivir en el Amor.
Sólo es capaz de amar el que ha transcendido el bullicio de la mente, el que está en el mundo pero conoce y accede a su propio mundo interno, dando el lugar que corresponde a cada cosa, a cada persona, a cada situación, usando como parámetro y referencia lo que la sabiduría de su alma(más no su mente) determina, sabiendo muy bien diferenciar entre ambas, sintiendo la diferencia entre alegría y felicidad, placer y dicha , risa y sonrisa.
Para este cometido no podemos dejar que intervenga nuestro ego, ni nuestra mente, únicamente lo haremos usando nuestro corazón, a través de él vamos realmente sentir si estamos en el camino que nuestra alma eligió, si estamos cumpliendo el propósito para el cual decidimos venir a esta manifestación.
Solamente cuando, cada uno de nosotros, en conexión con nuestro Ser interno, en el silencio de la mente, en ese hermoso sentir , cuando nos comunicamos con dios, cuando estamos en absoluta verdad, en absoluta sincronía con lo que somos, podemos saber que es lo que realmente queremos, hacia donde queremos ir, que cosas queremos hacer, que es lo que nos llena de paz, de dicha y de amor.
Para acceder a esta verdad, tenemos que tener la valentía de vaciarnos, de sacar de nuestro ser todas las creencias, los paradigmas, todo lo aprendido y dejar que se exprese nuestra esencia; nuestra alma está esperando que le demos la oportunidad de expresarse, al hacerlo vamos a comenzar a vivir en la gloria, en la dicha, en la plenitud, a partir de ese momento podremos decir que conocemos en que consiste el amor, esa energía que mantiene al universo en perfecta armonía y equilibrio.
Los seres humanos(más no los animales racionales) tenemos la energía del amor muy desarrollada, y es necesario compartirla, darla y recibirla en la misma medida para mantener el equilibrio que sustenta al universo, y cumplir así con el propósito de nuestra alma que es en primer lugar vivir en el Amor.
Sólo es capaz de amar el que ha transcendido el bullicio de la mente, el que está en el mundo pero conoce y accede a su propio mundo interno, dando el lugar que corresponde a cada cosa, a cada persona, a cada situación, usando como parámetro y referencia lo que la sabiduría de su alma(más no su mente) determina, sabiendo muy bien diferenciar entre ambas, sintiendo la diferencia entre alegría y felicidad, placer y dicha , risa y sonrisa.
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