Podemos hablar y creer que queremos paz y sin embargo nos irritamos por cosas transitorias, las malas noticias, los negocios, la pareja perdida etc; todo eso le importa a nuestro pequeño yo que busca seguridad y realización en las cosas transitorias y al no lograrlas se enoja.
Sin embargo , si realmente lo que deseamos es la paz, deberíamos no reaccionar ante las situaciones de manera iracunda, sino estar alerta, rendirnos a la realidad , hacernos uno con ella y de esa manera vendría la reacción pero a partir de la consciencia.
La fuente de toda abundancia no reside afuera de nosotros, es parte de lo que somos.
Al reconocer la abundancia que nos rodea, la luz del sol, la lluvia, la naturaleza, se despierta la abundancia que poseemos, el orden perfecto de las cosas, la paz y la plenitud que sólo la sentimos en la quietud, al acallar el ruido del pensamiento.
Al estar internamente alineado con lo que sucede, nos proporciona esa paz que tanto anhelamos, ya que la acción ante los sucesos estará en consonancia con el presente y de esa manera la inteligencia de la vida misma imprimirá poder a todos nuestros actos.
En la quietud de la presencia podemos sentir la esencia del Ser
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