Comencemos por entender que detrás de una pesada armadura sólo hay una gran debilidad. La Ira no es más que la máscara que esconde nuestras carencias. Transformar nuestros venenos en miel es una tarea del día a día, cuando sintamos rabia no hagamos nada, sólo mirémonos en un espejo, observémonos, sin emitir juicios, sin estar a favor ni en contra, sólo observándonos. Cuando la ira esté presente hagámonos consciente permanezcamos allí para irnos conociendo, veamos nuestra reacción, nuestros rostros, nuestros pensamientos. No nos juzguemos por sentir ira, sólo aprendamos que nos está mostrando, desmontemos paso a paso los motivos que nos llevaron a sentirla desde la honestidad con nosotros mismos. Lo primero que debemos hacer es sacar la atención de esa ira e ir al origen de la misma, que fue lo que la causó , comprender desde el ...