Debemos aprender a cultivarnos poco a poco, observar nuestros verdaderos afectos, no aquellos que enaltecen nuestro ego , sino aquellos que saben mirar nuestra alma, esa gente que resuena con nosotros, esa gente que con una palabra es suficiente y cuya mirada es un regalo. Llenemos nuestro ser de silencio , que nos enseñará a ir desechando ruidos, dediquémonos a actividades en las que no tengamos que demostrar, presumir, ni mucho menos competir, pero que en definitiva nos regalan la paz. Cultivemos nuestro jardín privado, dándonos el permiso de decir "no" cuando así lo sintamos, y no permitamos que se nos seque el alma, arrastrando adicciones, dependencias, compromisos y relaciones vacías, sólo para encajar en una sociedad enferma, que tiene como necesidad impuesta, ser "el número uno" lo cual nos aleja de nosotros mismos, y nos hace pensar que es irreal, el sentir gozo profundo de vivir como seres completos en ...