Los seres humanos nacemos con plena consciencia de nuestra mortalidad, sin embargo parece que la olvidamos cuando desperdiciamos los preciados momentos que poseemos. Queremos complacernos en exceso , en el afán de conseguir fama y fortuna, olvidando que la muerte nos iguala a todos. Todo lo que se hace regresa a nosotros, nada se pierde porque todo es energía y está por doquier. Tratamos de llenar nuestros vacíos, sin percatarnos que la vida es amor y plenitud. Viajamos concediendo importancia a cosas que no la tienen, nos apartamos de lo que verdaderamente nos proporciona paz y felicidad, sólo por complacer a una mente dual, a unos patrones preestablecidos, a unas creencias incorporadas en nuestro subconsciente por la sociedad, la educación, la familia y cada día nos alejamos más de nuestro corazón, dándole importancia a los dictámenes de nuestra mente. Creemos que somos felices porque estamos distra...